Entre todo lo que se ha escrito a raíz de la muerte de Nelson Mandela dudo que haya algo mucho más acertado que lo que se puede leer en Okwonga.com. Si sois capaces de leer el inglés acudid, por supuesto, a la fuente original y así no tendréis que sufrir esta voluntariosa traducción.
Queridos revisionistas, Mandela nunca, jamás, será vuestro juglar. Durante los próximos días vais a intentar, por todos los medios, hacer de de él lo que él no era, y vais a fracasar. Trataréis de suavizarle, de pulirle, de arrebatarle su Malcolm X. Intentaréis esconder su furia. En estos mismos momentos, estáis recorriendo con inquietud los pasillos de vuestras residencias y casas de campo, buscando las palabras idóneas, los elogios más adecuados, los homenajes de derecha. Diréis que Mandela no tiene que ver con la raza. Diréis que Mandela no tiene que ver con la política. Diréis que Mandela tiene que ver con el amor, intentaréis reducirlo a una cadenciosa melodía reggae. "Let's get together, and feel alright". Sí, eso haréis.
Trataréis de hacernos creer que el apartheid era algún tipo de mística enfermedad alienígena que de repente cayó desde los cielos para establecerse entre nosotros, y tenernos a todos, negros o blancos, bajo su yugo, hasta que Mandela apareció desde la nada para redimirnos. Trataréis de convertir a Mandela en un Magic Negro (arquetípico personaje negro de la literatura americana) y fracasaréis. Diréis que Mandela estuvo por encima de todos por su misericordia mientras ocultáis cínicamente los detalles de las perversidades que el tuvo la gracia de perdonar.
Trataréis de fingir que el apartheid era una especie de horrible y espontánea aberración histórica, y no la culminación lógica de siglos de arrogancia imperialista. Si, eso también lo intentaréis. Insinuaréis o incluso audazmente declararéis que sus males acabaron el día que Mandela salió de prisión. Plegaréis vuestras manos y diréis que los negros no tienen a nadie a quien culpar, más que a si mismos.
Bien, intentarlo tanto como queráis, fracasaréis. Porque Mandela tenía que ver con la política, y con la raza y con la libertad, e incluso con la fuerza, e hizo lo que sentía que tenía que hacer, y dada la actual desigualdad económica en Sudáfrica, incluso puede haber muerto pensando que tal vez no hizo lo suficiente. Y quizás la mayor tragedia en la vida de Mandela no sea el haber pasado casi treinta años encarcelado por ricachones racistas, que intentaron destruir millones de espíritus quebrando su alma, sino que no hubiera ni haya suficientes personas como él.
Porque eso es Sudáfrica ahora, un país sumido desde hace mucho tiempo en las estancadas aguas del odio racial que, a pesar de todos los esfuerzos de Mandela, sigue aún vomitando junto a la ciénaga. Imagina por un momento, que Ciudad del Cabo fuera Londres. Imagina ver a dos millones de personas blancas viviendo en chozas y cabañas de barro junto a la M25 cuando llegas a la ciudad, donde la mayoría de las grandes casas y los mejores trabajos pertenecen a un pequeño y acaudalado grupo de personas negras. No hay palabras para describir el resentimiento que se cocinaría lentamente allí.
Nelson Mandela no era un dios, flotando con elegancia sobre todos nosotros para salvarnos. El era absolutamente, completamente humano, e hizo todo lo que hizo a pesar de gente como vosotros. No hay necesidad de nombraros porque vosotros sabéis muy bien quienes sois, nosotros sabemos quienes sois, y vosotros sabéis que nosotros lo sabemos. No lograsteis quebrarle en vida, y no podréis moldearle a su muerte. Lo intentaréis, dondequiera que estéis, y fracasaréis.
Ahora que parece que todos son igual de valiosos y respetables en la muerte, merece recordar al extraordinario y políticamente comprometido músico nigeriano Fela Kuti, en "Beasts of no Nation" uno de sus últimos grandes discos. Dedicado entre otros a los miserables, Margaret Thatcher, Ronald Reegan, y el entonces presidente sudafricano Pieter Botha.
Mandela nunca, jamás, será vuestro juglar.
Queridos revisionistas, Mandela nunca, jamás, será vuestro juglar. Durante los próximos días vais a intentar, por todos los medios, hacer de de él lo que él no era, y vais a fracasar. Trataréis de suavizarle, de pulirle, de arrebatarle su Malcolm X. Intentaréis esconder su furia. En estos mismos momentos, estáis recorriendo con inquietud los pasillos de vuestras residencias y casas de campo, buscando las palabras idóneas, los elogios más adecuados, los homenajes de derecha. Diréis que Mandela no tiene que ver con la raza. Diréis que Mandela no tiene que ver con la política. Diréis que Mandela tiene que ver con el amor, intentaréis reducirlo a una cadenciosa melodía reggae. "Let's get together, and feel alright". Sí, eso haréis.
Trataréis de hacernos creer que el apartheid era algún tipo de mística enfermedad alienígena que de repente cayó desde los cielos para establecerse entre nosotros, y tenernos a todos, negros o blancos, bajo su yugo, hasta que Mandela apareció desde la nada para redimirnos. Trataréis de convertir a Mandela en un Magic Negro (arquetípico personaje negro de la literatura americana) y fracasaréis. Diréis que Mandela estuvo por encima de todos por su misericordia mientras ocultáis cínicamente los detalles de las perversidades que el tuvo la gracia de perdonar.
Trataréis de fingir que el apartheid era una especie de horrible y espontánea aberración histórica, y no la culminación lógica de siglos de arrogancia imperialista. Si, eso también lo intentaréis. Insinuaréis o incluso audazmente declararéis que sus males acabaron el día que Mandela salió de prisión. Plegaréis vuestras manos y diréis que los negros no tienen a nadie a quien culpar, más que a si mismos.
Bien, intentarlo tanto como queráis, fracasaréis. Porque Mandela tenía que ver con la política, y con la raza y con la libertad, e incluso con la fuerza, e hizo lo que sentía que tenía que hacer, y dada la actual desigualdad económica en Sudáfrica, incluso puede haber muerto pensando que tal vez no hizo lo suficiente. Y quizás la mayor tragedia en la vida de Mandela no sea el haber pasado casi treinta años encarcelado por ricachones racistas, que intentaron destruir millones de espíritus quebrando su alma, sino que no hubiera ni haya suficientes personas como él.
Porque eso es Sudáfrica ahora, un país sumido desde hace mucho tiempo en las estancadas aguas del odio racial que, a pesar de todos los esfuerzos de Mandela, sigue aún vomitando junto a la ciénaga. Imagina por un momento, que Ciudad del Cabo fuera Londres. Imagina ver a dos millones de personas blancas viviendo en chozas y cabañas de barro junto a la M25 cuando llegas a la ciudad, donde la mayoría de las grandes casas y los mejores trabajos pertenecen a un pequeño y acaudalado grupo de personas negras. No hay palabras para describir el resentimiento que se cocinaría lentamente allí.
Nelson Mandela no era un dios, flotando con elegancia sobre todos nosotros para salvarnos. El era absolutamente, completamente humano, e hizo todo lo que hizo a pesar de gente como vosotros. No hay necesidad de nombraros porque vosotros sabéis muy bien quienes sois, nosotros sabemos quienes sois, y vosotros sabéis que nosotros lo sabemos. No lograsteis quebrarle en vida, y no podréis moldearle a su muerte. Lo intentaréis, dondequiera que estéis, y fracasaréis.
Ahora que parece que todos son igual de valiosos y respetables en la muerte, merece recordar al extraordinario y políticamente comprometido músico nigeriano Fela Kuti, en "Beasts of no Nation" uno de sus últimos grandes discos. Dedicado entre otros a los miserables, Margaret Thatcher, Ronald Reegan, y el entonces presidente sudafricano Pieter Botha.
Que va a saber el animal
que dice que yo no nací esclavo.
Que va a saber el animal
que dice que el trafico de esclavos nunca existió.
Y ellos, quieren concedernos derechos humanos.
El animal habla a los seres humanos
Nos da derechos humanos...
Los derechos humanos me pertenecen
Así que tu no puedes darme lo que es mio.
Los derechos humanos me pertenece
Ellos quieren concedernos derechos humanos...
Botha es amigo de Thatcher y Reagan
Botha es también amigo de otros líderes,
y juntos quieren concedernos derechos humanos.
Los animales quieren concedernos derechos humanos
Un animal no puede concederme derechos humanos
Un animal no puede concedernos derechos humanos.
que dice que yo no nací esclavo.
Que va a saber el animal
que dice que el trafico de esclavos nunca existió.
Y ellos, quieren concedernos derechos humanos.
El animal habla a los seres humanos
Nos da derechos humanos...
Los derechos humanos me pertenecen
Así que tu no puedes darme lo que es mio.
Los derechos humanos me pertenece
Ellos quieren concedernos derechos humanos...
Botha es amigo de Thatcher y Reagan
Botha es también amigo de otros líderes,
y juntos quieren concedernos derechos humanos.
Los animales quieren concedernos derechos humanos
Un animal no puede concederme derechos humanos
Un animal no puede concedernos derechos humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario