Blog de la Sección Sindical de UGT Estiba en el Puerto de Bilbao

29 mayo 2020

Crónicas desde este lado del frente (II)

Objetivo: decapitar estibadores
Como adelantábamos en la primera parte de este serial, el viernes 13 de marzo dio mucho de sí. Además de recibir la envenenada misiva firmada por las cuatro empresas estibadoras del puerto de Bilbao dando por finiquitado un acuerdo que ha estado vigente durante los últimos 25 años —en el que entrecomillan un supuesto y por ahora invisible análisis ad-hoc realizado por un muy prestigioso y aún más caro (para esto si hay dinero) despacho de abogados hispanoluso, que casi no ficha a ex vicepresidentas del gobierno, y cuyo presidente honorífico apenas ha sido condenado por 8 delitillos fiscales por distraer más de 3 millones de euros, librándose de cumplir condena porque en el botín no figuraba ninguna gallina—, ese día también se recibió en la sociedad de estiba otra carta, en este caso firmada por el presidente del puerto de Bilbao.

Curiosamente esta segunda carta nos llegó de rebote un par de días más tarde, porque a nadie le pareció que fuera necesario remitirla también a la sección sindical de UGT. El caso es que finalmente nos llegó, eso sí ya en pleno estado de alarma y con restricciones para circular, hacer las compras, reunirse, pasear..., para todo menos para trabajar, sobre todo si eres un trabajador esencial; prescindible e intercambiable, pero esencial.


Empecemos por el final, los tres últimos párrafos en los que el presidente de la APB solicita altura de miras, mesura y responsabilidad a la parte social, ante la crisis sanitaria derivada de la Covid-19 y sus posibles repercusiones económicas, que en esos momentos ni siquiera podíamos imaginarnos hasta donde iban a llegar.

No creemos que pueda tener ninguna queja la dirección del puerto acerca del comportamiento de los estibadores de Bilbao, de nuestro compromiso con la sociedad y de nuestra dedicación durante este periodo de crisis sanitaria, que hubiera sido exactamente el mismo con o sin apelación por escrito.

Ya en ese mismo primer fin de semana, cuando más llenos de dudas estábamos todos, preocupados por la gravedad de un virus que apenas estábamos empezando a conocer; cuando aún no habíamos tenido tiempo, ni empresas, ni trabajadores para tomar las mínimas medidas de protección colectiva e individual, sin mascarillas, sin otros elementos de protección individual, sin disponibilidad de jabón o gel hidro alcohólico a las entradas y salidas de las terminales y zonas de trabajo, sin ni siquiera productos de desinfectantes con los que poder asegurarnos que las maquinas y elementos comunes de trabajo iban a poder ser mínimamente acondicionados para evitar la transmisión de la enfermedad por contacto; cuando al volver del trabajo nos encerrábamos en casa por indicación de las autoridades como medida de precaución, sin saber si podíamos estar actuando con vector de propagación del virus a nuestras familias; ni un solo turno dejó de trabajarse en el puerto de Bilbao, ni un sólo barco dejó de atenderse por causas achacables a los trabajadores.

Incluso en días posteriores —cuando veíamos que algunas empresas no eran lo suficientemente ágiles en la implementación de estas medidas mínimas de protección, que a través de los medios oficiales y de comunicación nos recomendaban con insistencia a todos los ciudadanos en nuestra vida diaria, y que en el puesto de trabajo no parecían ser necesarias a criterio de algunos de estos responsables a los que incluso en estas circunstancias les ha costado cambiar el chip— hemos seguido atendiendo nuestra tarea como de costumbre, mientras tratábamos de que se pusiera solución a las fallas que veníamos detectando, y que eran atendidas en unos casos con más diligencias que otros.

Así que sí, nosotros hemos aparcado nuestras legítimas reivindicaciones, a las que se alude en el último párrafo; nosotros hemos ofrecido una tregua implícita y no declarada y que nadie ha tenido que pedirnos;y hemos pospuesto, de nuevo, la más que urgente necesidad de dar una solución a nuestros compañeros de la ETT, después de 12 años de interinidad, precariedad y contratación eventual prolongada y sostenida en el tiempo de una manera vergonzosa. Una solución que como sostiene el presidente de la APB en su carta debe pasar por inexcusablemente por el empleo de calidad, y a la que no pueden esperar por más tiempo después de haber firmado más de mil (1000) contratos por circunstancias de la producción por un turno de trabajo a lo largo de los últimos 10 años.

Pero parece que la agenda de las empresas estibadoras es otra, y no entiende de treguas, prioridades y responsabilidad social, y su objetivo pasa, no ya por ofrecer empleo de calidad a unos trabajadores de los que han venido abusando en la última década, sino por tratar también de precarizar, a toda costa, el trabajo del resto de estibadores, que por cierto, son los mismos que durante los últimos 20 o 25 años han ofrecido un excelente servicio de manipulación de mercancías en una coyuntura de sostenido incremento en tráficos.

Porque no nos engañemos, la estrategia es la misma que han empleado en otros departamentos vitales para ofrecer un buen servicio a todos los clientes del puerto, primero dejaron de invertir en maquinaria para abaratar costes;  después para agravar aún más el problema se dedicaron a desmontar sus servicios de mantenimiento y reparación, subcontratando, externalizando y abaratando costes de nuevo; luego hicieron lo mismo con los mandos intermedios de las empresas, trabajadores con una responsabilidad vital en el buen funcionamiento de las operativas, de la gestión de recursos humanos y mecánicos sobre el terreno, con experiencia y conocimiento del sector, a los que poco a poco han ido sustituyendo por trabajadores peor pagados, menos motivados, con menos capacidad de decisión, incluso contratados a través de empresas de trabajo temporal en algunos casos. Despidieron y bajaron salarios a su personal de administración, gestión, etc.., aprovecharon muy bien la reforma laboral para imponer convenios de empresa mucho peores que los antiguos convenios sectoriales, redujeron los departamentos y aumentaron la carga de trabajo del resto de empleados.

El resultado es un servicio más barato, para ellos que se embolsan la diferencia a costa de sus trabajadores y de sus clientes, para quienes no hay ahorro de costes sino todo lo contrario debido a las demoras, y pérdida de confianza que tan cortoplacista gestión está provocando.

Eso si, la culpa de los estibadores, que cobran mucho, (con la misma tabla salarial desde 2012) y trabajan poco que me lo ha dicho un pajarito y que lo pone en los periódicos y medios de difusión a los que recurren en su estrategia de intoxicación. Eso si con 3 condenas de inspección de trabajo en los últimos 15 meses por exceso de jornadas de sus trabajadores y no observar la empresa el descanso semanal obligatorio y el descanso legal de 12 horas entre jornadas; con más de 15.000 jornadas dobles realizadas en los 2 últimos años; con más de 30.000 jornadas a través de ETT en ese mismo periodo, a quienes como recompensa les ofrecen más eventualidad; con más de 20.000 jornadas de descanso sin poder disfrutar que los trabajadores han ido acumulando en los últimos 10 años por la escasez de plantilla.

Están haciendo un flaco favor al puerto de Bilbao, que precisamente lo que necesita son empresas estibadoras comprometidas, con medios mecánicos modernos, en buenas condiciones y en número suficiente, que no supongan un cuello de botella, con plantillas dimensionadas y profesionales, porque trabajo hay, lo lleva habiendo durante mucho tiempo, pero las empresas estibadoras han decidido tomar como rehenes a trabajadores, a clientes y a la misma autoridad portuaria, con la necesaria colaboración de algún elemento interno desestabilizador que siempre aparece en estos saraos y que él sabrá para quien está trabajando y con que objetivo.



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